Analía Izurieta

TituloMi paso por la facultad comenzó el 9 de diciembre de 1994. El día que me fui a anotar, me acompañó mi hermana Cecilia, que ya estaba estudiando Informática, tenía tantos nervios que puse mal mi lugar de nacimiento. Las expectativas eran altas sentía que había tomado una gran decisión. Me anoté en el histórico plan 90 y en ese entonces la carrera todavía se estudiaba en la Facultad de Ciencias Exactas.

Comencé el curso de ingreso en febrero de 1995. Cursaba Matemática y Resolución de Problemas (así se llamaba la materia) en el subsuelo del Edificio de Matemáticas, 3 horas de mucho calor conociendo gente nueva. En el curso de ingreso conocí a Waldo, compañero de estudios el resto de la carrera. Ese año se implementó una nueva forma de anotarnos en las materias y pasamos una noche haciendo fila para conseguir lugar en la franja horaria alfa1 o beta. Ese primer año fue de mucho aprendizaje, no sólo del contenido de las materias sino también de aprender que perder una cursada no era el fin del mundo y sacarse un tres en el final de Análisis Matemático y tener que rendirlo otra vez, tampoco.

Segundo y tercer año fueron arduos, ya que como la mayoría de los alumnos cursaba las dos carreras del plan, Analista y Licenciado, había que cursar las materias comunes pero también las propias de cada carrera, y pasábamos horas interminables cursando. Como le pasó a la mayoría, tuve que cursar dos veces Programación Funcional, materia emblemática de la Licenciatura. Aprobar el parcial era la gloria y el final también: fue el cuatro más lindo de mi vida. Me acuerdo que me dieron la nota un 23 de diciembre, fue una Navidad genial. Las matemáticas tampoco eran fáciles, cursé Análisis Matemático II de segundo año con Ceci que la había perdido el año anterior y Laura, a quien conocí recursando Algebra de primero y con quien hice también el resto de la carrera. Cursábamos mucho en los edificios de Exactas y el Liceo se había convertido casi en nuestra casa.

Además de los cucos matemáticos, en segundo y tercero cursábamos materias representativas de lo que sería nuestra profesión: Estructuras de datos, Metodologías, Redes, POO, Arquitectura, IBD e Ingeniería de Software. En Metodologías programábamos en Smalltalk, teníamos que hacer un tren que se movía en unas vías que eran botones que se iban encastrando, hacer esos iconos y ver el tren moverse fue increíble, llegamos a pasar dos días sin dormir programando. También haciendo un trabajo para Ingeniería de Software conocí a María Jesús, otra compañera de la facu y de la vida, luego con ella llegaría al final de la carrera. Empecé cuarto año cursando Programación Concurrente, materia que me encantó y comencé a cursar las optativas, materias que uno elegía y por lo tanto estaba bueno cursar.

Esos primeros años vivía para la facu, luego en 1999 comencé a trabajar como práctica rentada y tuve que repartir el tiempo entre las dos cosas. Al principio me costó adaptarme y ese año cursé poco y rendí pocos finales. Seguí cursando y rindiendo y en julio de 2002 me recibí de Analista de Computación rindiendo Probabilidades y Estadísticas con Laura, mi compa de siempre. Hubo huevos harina y festejo con pizzas. Después de eso pasé a trabajar en el Centro de Cómputos del organismo donde ya trabajaba. Comencé a programar y a vivir de lo que había estudiado. Con Cecilia, mi hermana, comenzamos un curso de Java que se dictaba en el Liceo de la Facultad, eran las nuevas tecnologías y el anfiteatro se llenaba. En esa época le detectaron a ella una enfermedad grave, la operaron y tuvo que dejar el curso; fueron tiempos de mucho miedo y tristeza y la facultad quedó casi relegada. Era difícil concentrarse y rendir.

Seguí  adelante y fui cursando y aprobando las materias de la Licenciatura junto con mis compas Laura y Waldo. Los años siguientes fueron de muchos cambios: me casé y seguí trabajando, mientras acompañaba a mi familia y a Ceci en su enfermedad. Ella tenía mucha fortaleza, logró terminar de cursar y comenzó la tesis con Pilar, una compañera de trabajo y estudios. Mientras eso pasaba yo cursaba los puntos de optativas que me faltaban. La última parte de la carrera se hizo dura, entre Inteligencia Artificial y las optativas parecía que no terminaba de cursar nunca. Los finales también parecían no terminar más.

A mediados de 2006 quedé embarazada de mi hija Emilia y Ceci empeoró de su enfermedad, rendí los últimos finales con el embarazo avanzado y, en febrero de 2007, 5 días después de rendir mi último final, Ceci nos dejó sin poder terminar su Trabajo de Grado, algo que ella dejó como una cuenta pendiente y que yo me dispuse lograr por las dos, aunque me llevara mucho tiempo. En abril nació Emilia y me aboqué a la maternidad.

Luego en 2008 comenzamos con María Jesús a buscar tema y director para el Trabajo de Grado, cosa que nos costó mucho, ya que no lográbamos conseguir aunar todas las condiciones para comenzar, íbamos cambiando de ideas sobre los temas a desarrollar y no encontrábamos director. En 2009, luego de escribir un mail a postgrado y habiendo tenido una reunión especial para alumnos en nuestra condición (nos faltaba la tesina solamente), logramos establecer un tema y nos presentaron a nuestro director y codirectora. Comenzamos a investigar y leer la bibliografía que nos dieron los directores y arrancamos a darle forma a la tesis. La misma estuvo basada en Tecnologías Informáticas Aplicadas a la Educación, tomando un caso especifico del ingreso de la materia Matemáticas de la Facultad de Ciencias Naturales. A fines de ese año las dos, María y yo, quedamos embarazadas: recuerdo el día que nuestro director nos vio a las dos con panza, se reía y ya imaginaba que la cosa se iba a atrasar, y así fue: nuestros hijos nacieron en agosto de 2010 y el resto de ese año no pudimos continuar.

En 2011 retomamos la tesis y en julio comenzamos a programarla. Aprendí el lenguaje Flex Builder para programar una vista del trabajo, la otra se hizo en Java. Todo esto mientras trabajaba y cuidaba a mis peques. Me ponía a programar mi parte después de que ellos se dormían e iba avanzando de a poco, acostándome a las 2 de mañana. Luego tuvimos que escribir el informe, gran sacrificio, ya que como buena informática no soy buena escribiendo y tengo la tendencia a hacer ítems para todo y escribir un párrafo corrido era la gloria.

En 2012 la Facultad decide dar la oportunidad a la gente del plan 90 que le faltaba la tesina, de hacer un Trabajo de Grado simplificado, para nosotras hubiera sido más simple pero decidimos continuar con el proyecto que ya teníamos encaminado y a mediados de ese año dimos acceso al Jurado del Trabajo para que pudieran usar el demo, que instalamos en una maquina mía que hacía de servidor. Luego de eso, en septiembre, me mudé a mi pueblo natal, General Belgrano, y comencé a viajar para terminar los últimos detalles del informe y armar la presentación de la defensa. En diciembre presentamos el informe y el pedido de fecha de presentación. Nos agarró el comienzo del año 2013 y tuvimos que esperar la primera reunión de Consejo Académico en febrero.

Un día cualquiera chequeando el mail encuentro uno con la fecha de defensa: 27 de marzo de 2013, era el miércoles antes de Semana Santa y ahí fuimos, María y yo, al nuevo edificio de la Facultad en el que nunca habíamos cursado, preguntando donde están las aulas, los baños y el Dpto. de Alumnos y sin saber la clave de wifi. Con nervios y con expectativas como la primera vez al anotarme y con Ceci acompañándome siempre en mi corazón. Practicamos mucho esa presentación, controlando los famosos 45 minutos de tiempo una y otra vez.

Ese día llegué sola a la facultad porque ya estaba en La Plata, mi familia estaba en GB y viajaba ese día. Comenzamos a las 9 pasaditas, fue bastante rápido y todo salió muy bien, tanto que por la niebla de ese día mi familia terminó llegando una vez terminada la defensa. Fue muy conmovedor escuchar la devolución del Jurado junto a mi madre, quien hizo posible que estudie esta carrera, y junto a mis hijos. Fue un día de mucha emoción, no hubo harina ni huevos pero fue un sueño cumplido, un capítulo cerrado. Que mis hijos hayan presenciado ese momento, y que vean que con perseverancia y empeño las cosas se logran, me llenó de orgullo. Sentí que las dos, Ceci y yo habíamos logrado llegar al final.

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