La formación pedagógica en sentido amplio
En este artículo compartiremos algunas ideas que nos permiten pensar, reflexionar y cuestionar las múltiples situaciones en las cuales se desarrolla la formación del sujeto y la importancia de la formación pedagógica en sujetos vinculados al trabajo con otros. ¿Por qué resulta interesante poder pensar esto? Porque es a partir de estas preguntas que es posible el desarrollo de algunas líneas de intervención pedagógica que pusieron en el centro de la escena institucional a los sujetos que por ella transitan.
Nuestra experiencia concreta, desde la Dirección Pedagógica en la Facultad de Informática, en tanto lugar interdisciplinario, está vinculada a la articulación de las prácticas de gestión académica desde la mirada pedagogía/comunicacional que nos habilita nuestra propia formación. Esta experiencia nos situó frente a la necesidad de posicionarnos en torno a la problemática de la formación desde un lugar más amplio, ya que no podíamos dejar de ver cómo los estudiantes se apropian de otros espacios institucionales que no son sólo los del aula, y que conforman el espacio de identificación de los procesos formativos de los estudiantes por excelencia. Y hablamos de los estudiantes porque son ellos los sujetos de nuestra intervención.
Desde esta óptica es necesario reconocer la formación más allá de los destinatarios, dado que en una intervención pedagógica, la formación también es una decisión de los sujetos que en ella participan.
Esta es la mirada desde la cual decidimos, como equipo de trabajo, entender, analizar, comprender y atender a los procesos de formación. Por ejemplo, el caso de la capacitación para tutores, nos permitió visualizar la importancia de una formación pedagógica para los estudiantes. Los tutores de la Facultad de Informática, son tutores pares, ya que son alumnos avanzados de las carreras y, por lo tanto, se encuentran atravesados por sus experiencias en el aula.
Pero si tenemos en cuenta que la propuesta de la capacitación tiene que ver con otras áreas de conocimiento, que no son propias de la formación académica elegida, el desafío es grande. Entendiendo que implica el trabajo desde una interdisciplinariedad que se construye en tanto podemos construir un lenguaje común sobre ciertas temáticas y desarrollar la construcción de múltiples posicionamientos. Con el objetivo de que estos disparen el debate sobre el qué, cómo, por qué y para qué intervenir la realidad, con el objetivo máximo promover procesos de formación que sean ricos para los estudiantes.
La misma situación envuelve un proceso de doble articulación: mientras construimos la mirada y definimos las estrategias para hacer posibles nuestras ideas, también nos formamos a nosotros mismos, mediados por lo pedagógico, que es esa potencialidad presente en tanto tengamos la intencionalidad de transmitir a alguien algo. Algo que no tiene porque ser académico y puede o no develar sus efectos en forma instantánea. Esto, que es tan complejo de decir como de hacer, es aquello que nos une y nos envuelve en esta capacitación. Es creer, nada más y nada menos, que es el otro quien, en su condición humana, tiene en sus manos el proceso de su propia formación. Siendo esto, a su vez, lo que nos obliga a generar las condiciones para que esa formación no sea un artificio de magia sino una realidad.
por Prof. Gómez Soledad, Prof.Ungaro Ana y Prof.Felipe Celeste