Matías Baldi

matias baldiEmpecé la facultad en 1998. Luego de hacer una pequeña investigación entre las posibles carreras de sistemas en La Plata me decidí por la que dictaba el entonces departamento de Informática de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. En realidad la carrera a seguir estaba decidida desde hacía muchísimo tiempo, pero todavía no tenía un nombre formal dado que no conocía los nombres de las facultades y cursos que se dictaban. La respuesta de mis familiares a la pregunta de «¿qué querés ser cuando seas grande?» siempre fue de asombro, ya que lejos de rondar las respuestas esperadas (abogado, contador, arquitecto) siempre era la misma, «analista de sistemas» (carrera que si bien no existía bastaba para dejar en claro la posición).

El primer día del curso de ingreso estaba la charla introductoria. Consultamos con alguien que parecía saber al respecto y nos dijo «es en ese anfiteatro» pero terminamos participando de la charla introductoria de Química. Luego de eso nos enteramos que la charla de Informática era en otro lado, y ya había pasado, pero había quedado flotando una idea poco alentadora a cargo del orador…»de todo este anfiteatro, solo la primera fila va a terminar» (tardamos poco en ver que eso era más cierto de lo que creíamos).

Primer año pasó entre el miedo a lo nuevo, el desborde por la cantidad de cosas para llevar adelante (cuestión que años posteriores mirábamos con un ya clásico «y pensar que nos quejábamos de primer año») y la unión del grupo de estudio conformado en su mayoría por chicos del interior, gente que (y digo esto en calidad de nacido y criado en La Plata) es lejos de lo mejor que conocí.

Pasaron los años, el grupo inicial sufrió algunas modificaciones pero por suerte se mantuvo inalterable desde segundo año, que fue un año bastante particular por varios motivos: ingreso a ayudantías, horarios bastante más exigentes, sábados que dejaban de ser de descanso y el nacimiento de nuestra querida Facultad. Recuerdo que era un día en que teníamos práctica de ADA, pero así y todo fuimos al rectorado (hoy Facultad de Derecho) a ver en vivo la sesión del consejo. Del momento quedan fotos como el cambio de postura de los detractores, la bandera celeste de los alumnos de informática que apoyaban el proyecto y el abrazo generalizado con quienes eran profesores y ayudantes nuestros.

El último tramo de la carrera fue quizás lo más parecido a reuniones de amigos, éramos 20 que veníamos juntos desde primer año, y cursábamos las últimas materias juntos, mientras que de a poco empezábamos a convivir con la realidad de empezar a buscar nuestros primeros trabajos. La cuestión por supuesto era prioritaria, y mostrar lo que sabíamos era el objetivo. Lo que no sabíamos era que eso iba a complicar (y mucho) la finalización de la carrera. Fue así que a base de dormir bastante poco (dado que yo trabajaba en Capital Federal) en 2005 finalice la carrera de Analista en Computación.

Lógicamente entre la tranquilidad de ya tener un título y teniendo el trabajo como ocupación principal, el otro título quedo relegado.  Aun así siempre estaba la presión de terminar lo iniciado, y cada tanto un impulso llevaba a terminar una cursada, rendir un final o preparar un trabajo que valiera como tal.

Por último, y luego de tener todas las cursadas y finales aprobados quedaba la famosa y tan temida tesis de grado. El gran problema de casi todos era el tiempo y, en cierto punto, la falta de motivación por terminar la tesis. Esto finalmente se convirtió en una sucesión de arranques en falso que pocas veces se en acciones concretas para terminarla.

Hasta que un día, un amigo me comenta: «hay un plan para nosotros, todavía no lo puedo creer, te paso el link». Era sobre la Tesis de Grado Simplificado.  La verdad es que yo tampoco lo podía creer cuando lo leía. Si bien ya habíamos experimentado un cambio radical en la Facultad respecto al trato para con los alumnos, tuvimos pocas oportunidades de disfrutarlo dado que ya casi nos íbamos. Y así fue como, sin siquiera pensar que existía la posibilidad, se concretó la tan ansiada meta de conseguir «el otro título» como le decían mis viejos, o «la licenciatura» como le decíamos nosotros.

Pasaron muchos años, pero sin duda me llevo grandes cosas, además de una profesión que hoy por hoy es la base de mi trabajo, muchos recuerdos, momentos de alegría. También muchos amigos, hoy profesionales también, pero siempre con el tiempo de parar y tomar un mate como cuando «cortábamos un poco porque este algoritmo no se entiende»). Y sobre todo muchísimo orgullo de decir que soy un egresado de la Facultad de Informática de la UNLP.

Gracias especiales a quienes hicieron posible esto a través de la implementación del Plan de la Tesis de Grado Simplificada. Y saludos especiales e infinitas gracias a Claudia Queiruga quien nos ayudó en una situación que no viene al caso citar, pero que ella seguramente recuerde. Quizás sin esa intervención, seguramente hubiéramos largado todo.

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