Amigos de Luis Rizzi comparten recuerdos, anécdotas y experiencias…

Un estudioso de la vida 

El tiempo es engañoso… Siempre pensamos que hay suficiente. No hubo tiempo de hacerle la entrevista a Luis Rizzi, quien nos dejó el 6 de febrero de 2021. Esa mala costumbre de patear las cosas para más adelante… 

Hoy, sus amigos, muchos de ellos egresados de esta facultad, comparten anécdotas y experiencias. Para los que tuvimos el privilegio de conocerlo, leerlas nos traerá mucha nostalgia y mucha alegría también, ya que pudimos compartir tantos gratos momentos. 

La gastronomía: el arte del buen comer y beber

El Loki era un fan de la gastronomía, para todo siempre tenía el consejo justo: la carne ponela así, el fuego prendelo de este modo, que esto de esta forma y aquello de esa manera. Le gustaba todo. A la parrilla su favorito era la mantita de cerdo: una lámina, con mucha sal y limón, vuelta y vuelta, te la hacía en 20 minutos. A mi me pedía que le hiciera “esos menjunjes”, una suerte de «chimis» caseros con oliva, ajo, orégano, pimentón, curry, cilantro, sal. también unas bruschettas de morcilla, con verdeo y oliva…¡la doblamos a la parrilla!

Lo último que hizo en mi casa fue el 6 de enero de este año, ese fue el último día que lo vi. Hizo un pollo al limón a la leña, nos íbamos al fondo y ya era toda una movida elegir qué madera usar: quebracho, eucalipto colorado, piquillín y así. ¡Salió exquisito! ¡Tenía una mano increíble! Siempre a la mesa con un muy buen vino, sus gustos eran de alta gama, no le gustaba comprar nada berreta. (JP) 

Qué puedo decir, era amante del buen comer y del buen tomar. Sabía disfrutar el arte culinario. Sobre todo cuando se jactaba de lo que podía hacer es ese patio atrás de su casa. ¡Quién no ha ido a esa casa amarilla en calle Balcarce en City Bell! Te recibía como muy buen anfitrión. Disfrutar en sus encuentros de su fuelle, su comida y sus vinos….. Eso sí sorteando obstáculos, era todo un desafío atravesar la casa para ir al encuentro de esa parrilla que que ofrecía de todo a los comensales…jajajaja. (AR) 

A Luis le gustaba cocinar con condimentos nuevos, que pocos conocían. También, le gustaba sorprender con algún plato muy elaborado. Investigaba como adobar, como condimentar y qué usar. Le gustaba descubrir nuevos sabores. Disfrutaba mucho comiendo pero sobre todo celebraba el disfrute de sus amigos y de sus hijos. (GZ) 

Una Semana Santa nos encerramos para estudiar para el final de Análisis Matemático II (año 88). En esa época y con esa edad, consiguió un calamar para hacer un guiso que condimentó en forma excelente.  En la casa tenía un horno industrial grande, un asador, un horno de leña y hacía poco se había comprado un chulengo (una parrilla con ruedas, con lugar para un disco al costado). (GZ) 

La música: su gran pasión. 

El bandoneón, su pasión. El jazz le gustaba pero ahí nomás, yo le hacía escuchar un par de temas de Miles Davis, Coltrane, Horace Silver, pero no se enganchaba a fondo. Venía y te retrucaba con alguna otra cosa.  La máxima anécdota fue en nuestro viaje a Europa, 2011 creó, la primera vez para los dos. El Loki aprovechó y llevó su bandoneón porque lo habían invitado a tocar en Roma. ¡Estaba feliz!  Primer punto: nos paran en aduana en Ezeiza y nos dicen: “mostrame el permiso”. “¿Permiso de que?” “Permiso para sacar el bandoneón del país?” “¿Queee?”  “Si, el bandoneón está declarado patrimonio cultural nacional, sin permiso no lo pueden sacar”. ¡La locura que nos agarró! ¡Había que ir a Bellas Artes, a una oficinita del Ministerio de Cultura y pedirlo ahí!   jajaja…tremenda situación. Cuestión, para hacerla corta, que discutiendo, explicando y firmando papeles, lo logramos.

En realidad Íbamos a visitar a un partner que teníamos en Yverdon-les Baines, en Suiza. Viajamos en el peor asiento, última fila de 5 en Lufthansa, imagínense los dos juntos ¡casi 250 kilos! Les juro que no entrábamos, y así casi 10 horas a Alemania primero y luego un vuelo corto a Berna. La cuestión que el primer día libre nos fuimos al centro, a patear la peatonal, y después de un rato, vemos un tipo tocando el bandoneón…a mi al toque se me ocurre y le digo: “Dale Gordo, lo encaramos, ¡es tu posibilidad de debutar en tierras del viejo continente!“ “¡Daleee!” lo encaramos, y resultó que el tipo ¡era argentino! Un bohemio total que hacía más de 20 años había emigrado a Europa y vivía en una piecita ahí en Berna. “Será un gusto que lo toques” dijo, y ahí el Gordo se sentó en la silla, en pleno centro de Berna, ¡y se mandó unos temas! La frutilla del postre: pasa una pareja, y le tiraron 1 euro de propina. ¡Un capo!  


Terminamos charlando con el loco y después nos fuimos caminando juntos, felices. Estábamos emocionados, lloramos como dos giles y nos abrazamos, como si ya hubiéramos conseguido lo que buscábamos. Saben lo que es ver a un amigo, ahí, sentadito, con menos de 10 horas en Europa y ya tomando escena y tocando un tango argentino. ¡Dios! ¡Único! Si algún día van a Suiza, pasen por Morges, al norte del lago Leman, un pueblito medieval de 1200, ¡un flash! El Loki quedó enamorado de ese lugar. Decía que era su lugar en el mundo. Insistía en que teníamos que volver, que sentía como que en otra vida, había estado ahí.

Era de noche, no existía el GPS ni teníamos mapa, así que nos mandamos a suerte y verdad. Recuerdo unas calles de empedrado, castillos, fortalezas, y de repente meternos en unos laberintos con arcos de piedra, túneles, mucho frío, y de repente aparecer en un subsuelo y meternos en un “bodegón”, vaya uno a saber como le dicen allá, y comer una sopa de crema y una polenta al horno exquisita. ¡El Gordo era como que vivía un sueño! (JP) 

Le gustaba el tango, tocaba el bandoneón desde los 7 años. Empezó en Tres Arroyos con un viejo maestro. No bailaba pero disfrutaba mucho lo que él provocaba con su música. Estuvo en muchas orquestas, en todas se destacó y guardó amigos. Recuerdo la emoción de poder llegar a Mederos, de tomar clases con él, y luego tocar en forma conjunta en varios escenarios. (GZ)

La fotografía: pasión pura

Le gustaba lograr efectos nuevos, con diferentes lentes. Tuvo épocas en que fotografiaba animales pequeños con macro no  paisajes o retratos de personas. Siempre investigando. Si había algo que Luis hacía con las cosas que amaba era gastar. Como le gustaba la fotografía tenía los mejores equipos. Cuando hablábamos del tema de fotografía o de los temas de su interés era un libro abierto, pasión pura… A mi dejó la lección del “⅓: man”: me decía: “la gente no sabe sacar fotos, siempre saca al medio las caras…noooo…así noooo….vos tenes que dividir la pantalla en 3, y la cara debe aparecer en el tercio derecho o en el izquierdo, nunca en el medio”. ¡Y es así, tal cual!, le seguí el consejo y las fotos tienen otra onda, un toque más pro.(JP) 

La informática: su vida profesional. 

Estaba obsesionado por desarrollar una empresa en Brasil, o armar una unidad de negocio allá. (GZ) 

Yo también lo conocí en la Facultad, a través de Gabriel Zubieta. Recuerdo un día que íbamos a jugar al fútbol, al fondo del Colegio Nacional, y en las canchas de pelota paleta aparece un oso en cuero… jajaja ¡era él!.  Debe haber sido uno de los primeros encuentros. Igual yo estaba en otro grupo con el Negro Marcelo Menéndez y Tito Neme, de Mar del Plata, pero siempre había buena onda. Donde forjamos nuestra amistad fue en el 89-92, en el CeTAD: él con su tesis de ray tracing, yo con la mía de compresión de imágenes. Nos pasamos miles de noches ahí, cagándonos de risa de todo, del quilombo de los compiladores, haciendo chistes, ¡fuimos de los primeros en tener una cuenta de mail! Cuando estuvo en ATT, me llamó para implementar un desarrollo  para capturar los call records del switch y más adelante yo lo recomendé para que entrara en ATS, a programar la lógica de los prepagos. Después vendría la historia nuestra de VMN, que más adelante sumaré anécdotas.



Era muy bueno programando, muy buena lógica y súper focalizado. Agarraba la máquina y se podía quedar 100 horas sin parar programando, ¡los ojos le quedaban rojos! jajaja Leyendo los comentarios de Adrian, tenemos la anécdota del Norton. ¡Ayyyy cómo nos reíamos cada año, desde el 90 hasta hoy! 

En ATT (2000/2004) fue un lugar donde trabajé con Luis codo a codo. Enfrentamos desafíos fuertes, contar con él en la trinchera era toda una garantía. En esa época amaba desarrollar. Muy profesional, comprometido y solidario con sus amigos y compañeros. Pero con Luis mi historia es más antigua. Llegué a la universidad con miedos como cualquier persona que llega del interior a una ciudad como La Plata y en minutos nos conocimos y desde ese momento forjamos una amistad que a pesar de la distancia pudimos alimentar…Luis te voy extrañar…(AR) 

Otras anécdotas

Era muy incentivador de los grupos de wsp, siempre jodiendo para despertarnos: “¿Qué se cuenta en este grupete?”, “¿Cuándo vamos a pescar a algún arroyo?”. La verdad no recuerdo una frase, una muletilla en particular. Pero sí, ¡de sus masterclasses! él te daba opinión, muy fundamentada de todo, ¡absolutamente de todo! En particular cuando ibas a comprar algo: una bici, un cuchillo, un auto, una campera para la nieve, un vino, una carne, un mueble…todo, todo, todo.  Y lo decía súper convencido, y lo más lindo, ¡que tenía razón! Yo lo cargaba siempre y le decía: “¡lo único que te falta Gordo, que me des recomendaciones de como correr maratones!” Un día fuimos a nuestra oficina en Córdoba, que les digo, la abrimos gracias a él, era una topadora el Loki…La cuestión es que cobra unas comisiones por Claro, vamos al shopping y me regala unas Salomon de trekking ¡alucinantes! ¡Aún las tengo! Un tipazo, muy franco y frontal, no se guardaba nada. 

Les cuento una más, la del SAAB, mi auto favorito. Allá sería el 2006-7, estaba en la oficina de Libertador de VMN, me llama el Gordo desde La Plata: me dice: “¡Juan, mi vieja se está muriendo, tengo que volar a Tres Arroyos!. Tengo mi auto hecho pelota, ¿me prestás el SAAB?” Sin dudarlo un segundo le dije: “venite, todo tuyo man”. Era un SAAB 900 2.3 1996, impecable, una bestia en la ruta…creo que me dijo que hizo los 500 km en menos de 3 horas. Lo más emotivo fue que llegó justo a darle un fuerte beso y abrazo a su Mamá. Dos horas más tarde, la madre falleció. Fue algo que siempre me reconoció como gesto de amistad. Sin duda lo fue, pero ustedes saben bien, cuando un amigo te pide algo así, ¿cómo se te podría cruzar decirle que no o hacerte el boludo? 

Ahora la parte cómica: iba por la ruta, a la ida, y ve un accidente de un camión con vacas, un quilombo tremendo, él no podía esperar ni un segundo, quería a toda costa ver a su madre. ¿Entonces qué hace? El SAAB es un auto de calle, pesado, y bastante bajo. El Gordo dijo: “me mando por acá…” y se metió por el medio del campo ¡onda 4×4! jajaja ¡era único! no se como hizo, pero lo manejó onda tractor un par de kilómetros por el barro y retomó la ruta ¡él tenía habilidad para todo! Cuestión, que días después me lo devuelve: ”Una máquina el SAAB Juancito”, me decía, se sentía como que había cumplido gracias al SAAB. Bueno, “qué suerte que pudiste verla”, le digo. La cuestión es que él se va de la oficina y más tarde cuando subo al auto me llaman la atención unas gotitas de barro que tenía adelante. Cuando veo el asiento trasero…jaja…para queeee…¡lleno de barro, pero lleno! todo el auto de cuero, impecable, barro por todos lados. Lo llamé y le dije: “Gordo pero ¿qué pasó?” Me contó la historia, es la misma que les cuento. Tuvo que abrir todas las ventanas para que no se empañara adentro. Ojalá estuviera hoy con nosotros para volver a revivir esta y otras miles de anécdotas e historias. ¡Se me fue un gran amigo!! Una gran pena.

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